La Psicología y la Psicoterapia Cognitiva Post-Racionalista: Aspectos teóricos y clínicos. Alfredo Ruiz. Segunda parte
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Conferencia Magistral dictada en el XV Congreso Mexicano de Psicología. Hermosillo, Sonora, el 26 de 0ctubre del 2007.
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4)La Organización de Significado Personal Dápica.
Esta categoría de significado es la que se da, hoy por hoy, con mayor frecuencia en el mundo occidental. La situación que, por lo general, provoca la existencia de esta organización se corresponde con un vínculo familiar lleno de ambigüedad; las emociones nunca se expresan directamente, para el niño es difícil percibir cuando es querido o cuando no lo es, pues nada es expresado directamente. Muy fácilmente entonces el niño identifica que ser querido va a responder a la imagen que se quiere que se tenga de él. Es decir, el niño puede elegir identificarse con algunos de los dos padres, por cuanto ha logrado determinar exactamente cuáles son las expectativas que este padre tiene de él o quiere de él.
En esta organización no hay emociones precisas que se diferencien. El sentido de sí mismo es muy oscilante y nunca bien definido; pero que se define solamente cuando se tiene la sensación de corresponder a las expectativas de los otros. Es una situación, en una palabra, en la cual las expectativas percibidas en el otro significativo se vuelve el verdadero sentido de si mismo. Esta es la categoría de significado que Guidano “desórdenes alimenticios psicogénicos”, utilizando sólo la sigla DAP.
De acuerdo a Guidano entonces, la Org. de S.P. DAP se da en individuos cuyo sentido de sí mismo es difuso y oscilante, y la manera en que pueden estabilizar este sentido de sí es a través de criterios externos, que son el juicio y las expectativas de los otros. Nunca estas personas pueden definir sus estados internos o la imagen de sí mismos por criterios que puedan encontrar en ellas mismas.
Esta organización es, sin duda, la más frecuente en la cultura occidental. Está muy relacionada con las transformaciones sociales que han caracterizado a la post-modernidad, cuyo reflejo más potente se advierte en la llamada “cultura de la imagen”; pues, lo que más importa en este momento, en cualquier esfera de lo social, es la imagen que se proyecta frente a los otros. Esto es algo que ya pertenece a nuestro modo de vida y que se manifiesta día a día.
Pasamos ahora a la tercera parte de esta exposición que es la psicopatología y la psicoterapia procesal
Cuadro de psicopatología procesal
El haber definido las cuatro organizaciones de significado personal, le permitió a Guidano echar las bases para construir los fundamento de una nosografía psiquiátrica opuesta y diferente a la nosografía clásica representada por el DSM-IV y el CEI-10, que es prevalentemente descriptiva y estática. Esto le permitió a Guidano ahora hacer un cuadro de psicopatología en término de una nosografía procesal y sobre todo explicativa. Vale decir una nosografía que explique la relación entre el síntoma y la organización que la produce, el síntoma forma parte de la coherencia interna de la organización. Como decíamos, en la actualidad tenemos una nosografía globalmente aceptada como es la reportada por el DSM-IV y el CEI-10, pero que es solo estática, descriptiva e iconográfica.
La psicopatología procesal que propone Guidano puede explicar todas las psicopatologías que frecuentemente vemos en la clínica. Ya que cada uno de estos significados personales pueden ser elaborados como una manera de ordenar datos, en este sentido es un proceso, pero también pueden ser elaborados de otras maneras y así cada significado puede ser elaborado en los términos que llamamos normales, neuróticos y psicóticos. No es que sean categorías de experiencia en si misma, sino que cada significado personal puede tener diferentes modalidades de procesamiento de la experiencia.
La primera diferencia entonces, que es destacable, es que en la nosografía tradicional lo normal, lo neurótico y lo psicótico siempre está referido al contenido del conocimiento, vale decir el sistema de creencias, los supuestos subyacentes, las expectativas del paciente, etc. Así, por tanto se han desarrollado listas de creencias irracionales y por lo tanto psicopatológicas y se supone también que hay listas de creencias racionales, es decir normales.
Si nosotros nos fijamos sólo en contenido del conocimiento no logramos entender lo que son los síntomas neuróticos o psicóticos. Desde un punto de vista post-racionalista lo que se trata como normal, neurótico o psicótico, no es un contenido de conocimiento en sí mismo, sino que es la modalidad de procesarlo. Cada contenido de conocimientos depende del significado personal del sujeto. Entonces, estas son las modalidades de procesamiento. Esto cambia la forma de ver la psicopatología. En este sentido se puede decir que cada contenido de conocimiento puede ser procesado según algunos parámetros de lo que es normal, neurótico y psicótico con respecto a cada significado, es decir, referido a si es un significado depresivo, fóbico, obsesivo o dápico.
En este sentido, lo que es normal tiene estas características: Es un procesamiento de conocimiento que es flexible, generativo y la generatividad depende del nivel de abstracción. Es abstracto y más generativo, es decir puede generar nuevas teorías, nuevos procesos, nuevas ideas de razonamiento. También es un proceso que tiene una elevada capacidad de autointegración. Es decir, como resultado de este procesamiento, todas las nuevas ideas y las nuevas teorías que se pueden generar después son integradas como unidad en el sentido de sí mismo y no se quedan afuera.
El procesamiento neurótico es menos flexible, se puede decir que aumenta la rigidez, es menos abstracto, más concreto y por lo tanto menos generativo. Pero conserva bastante bien la integración, es más o menos lo mismo que el procesamiento normal en este sentido.
Ahora, lo que pasa en la elaboración psicótica es que aumenta aún más la rigidez y disminuye de manera significativa la capacidad de integración.
El término integración significa significa que nunca se advierte como interrumpida la continuidad de sentido de identidad personal en el tiempo y nunca se advierte fragmentado el sentido de si mismo momento a momento. La capacidad de integración es precisamente ésta; la capacidad que cada uno de nosotros tiene en cada momento de su vida de percibirse en ese momento como algo unitario, coherente en sí mismo, y al mismo tiempo sentir como esta unidad, esta coherencia es algo que mantiene una continuidad en el tiempo. Es algo que surge desde la niñez y llega hasta ahora en un continuo.
El proceso psicótico es caracterizado por estos aspectos, , tiene la misma falta de flexibilidad o aún mayor, y aún mayor es la rigidez, pero tiene además como decíamos este aspecto, que es la dificultad momento a momento de alcanzar un buen nivel de integración.
Es decir, en determinado momento, no llega a tener un sentido unitario y coherente de su propia identidad, algo de lo que percibe, algo de lo que experimenta se queda fuera de esa unidad, de esta identidad sistémica o de esta imagen consciente que tiene de sí mismo y lo que se queda afuera es lo que se manifiesta o se expresa típicamente como síntoma psicótico, vale decir las alucinaciones y/o los delirios.
En términos generales podemos decir que la falta de integración o el daño de integración se manifiesta en dos grandes categorías; una la falta de integración in minus, es decir algo se queda afuera que es una percepción crítica, en la cual el paciente no logra integrarla en su imagen consciente de sí mismo, y esta se vuelve una alucinación. El paciente tiene que excluir algunas cosas que está experimentando para mantener la continuidad del sentido de si mismo coherente y unitario.
El delirio, por el contrario, es un daño de integración en exceso, es decir el paciente para alcanzar una imagen unitaria y coherente de sí mismo tiene que desbordar, tiene que exagerar, tiene que incluir otros aspectos de la experiencia que comúnmente no son incluidos por la persona que tiene una buena capacidad de integración normal o neurótica, tiene que inventarse cosas, ese es el delirio y además tiene un problema de integración también en lo que es el aspecto longitudinal, es decir de poderlo reconocer en su ciclo de vida como un continuo.
La Terapia
Hemos hablado del problema epistemológico, de la dinámica del Self procesal y de las Org. De Sig.pers;. ahora a ver como Guidano traduce estos temas en términos terapéuticos.
¿Qué tipos de enfoques terapéuticos podemos conceptualizar desde una perspectiva post-acionalista? ¿Cuáles son las principales características y los principales conceptos en el cambio terapéutico desde este enfoque
Conciencia de sí mismo
El enfoque post-racionalista , tiene el objetivo de aumentar el conocimiento que el paciente tiene de sus reglas de funcionamiento. Y en este sentido nosotros hablamos de aumentar la “conciencia de sí mismo”.
Aquí el término “conciencia de sí mismo”, hay que entenderlo así: es la conciencia del modo en el cual la persona funciona al ordenar la experiencia, poner en secuencia eventos significativos, y explicarlos. Es el conocimiento, entonces, de las propias reglas de funcionamiento.
Método de la comprensión
En este sentido el objetivo que se persigue es que, a través del conocimiento de las reglas del propio funcionamiento, la persona pueda reorganizar su experiencia personal. Y el método que es concordante con este objetivo no es la persuasión, sino la comprensión. Ahora, lo importante es que la comprensión se dé en el paciente, más que en el terapeuta. Pues se presupone que el terapeuta ya tendría que tener un set de teorías muy elaboradas y complejas, que le permiten comprender mucho antes que el paciente cuál fue el problema existencial que éste no supo elaborar y no supo integrar.
El problema que se impone ahora, por tanto, es cómo mejorar la comprensión en el paciente, para que él esté en condiciones de reorganizar su experiencia personal.
Actitud del Terapeuta
Desde esta perspectiva, el terapeuta debe procurar que la reformulación coincida con la emergencia de nuevas tonalidades emotivas, y que coincida a su vez con el descubrir algunas reglas de funcionamiento personal.
Lo que viene ahora es un esquema de algunos aspectos de la reorganización de la experiencia personal a través del método de aumentar la comprensión que el paciente hace de su modo de funcionar.
Uno de los puntos importantes a tratar entonces es el principio de intervención terapéutica:
Intervención Terapéutica
El principio de intervención terapéutica cognitivista tradicional, consiste en que la perturbación emocional, o las reacciones afectivas intensas, dependen de las creencias irracionales. Sólo en la medida en que cambiemos las creencias, cambiarán las emociones. Este es el punto central.
Ahora, desde el punto de vista de la terapia procesal sistémica, podemos hacer una profunda modificación de esta afirmación, afirmar que los pensamientos cambian los pensamientos y sólo las emociones cambian las emociones. El problema teórico de las terapias racionalistas, no está solamente en postular que las emociones son productos secundarios del pensamiento. Otro aspecto importantísimo de este enfoque es que pensamientos y emociones son considerados como procesos de conocimiento que ocurren al mismo nivel operativo; y en este sentido a las emociones se les puede aplicar las reglas de la lógica formal, que pertenecen al nivel operativo del pensamiento.
En la óptica post-racionalista, la observación que está fundada sobre el tema de la autoorganización, y que a su vez está cimentada sobre la evolución de la experiencia humana (objetivo de estudio de la epistemología evolutiva), nos hace ver que lenguaje-pensamiento y emocionalidad-afectividad, parecen ser dimensiones distintas de procesamiento; cada una presentando diferentes reglas de combinación y recombinación. Las emociones corresponden al nivel de la experiencia inmediata, y parece ser que son mucho más estables que el correspondiente al nivel del pensamiento. Examinemos esto con mayor atención: en la experiencia cotidiana ninguno de nosotros tiene especial dificultad para cambiar una idea, y es en este sentido que Guidano plantea que el pensamiento; o también nuevas ideas cambiarán (a través de la lógica formal, o vía dialéctica de confrontación, o mediante el método de observación empírico, etc.), las ideas anteriores. En suma, la experiencia muestra que, en la vida del individuo, no cuesta gran esfuerzo o no reviste motivo de grave perturbación el hecho de que cambie de ideas.
Cambio de las Emociones
Pero también la experiencia nos muestra que la continuidad emotiva, y los asuntos afectivos y emotivos básicos, cambian mucho menos en la vida de las personas. Esto significa que las emociones siguen otras reglas combinatorias, diferentes a las de la lógica formal. Por tanto, si se quiere modificar lo que es un estado de perturbación emocional, lo que tendríamos que cambiar o modificar sería la autopercepción de esa perturbación. La única posibilidad de cambio, entonces, es hacer que la persona pueda experimentar -en la situación terapéutica- nuevas tonalidades o instancias emotivas, que tendrán que ser integradas, elaboradas y procesadas al interior de la autopercepción originaria con la cual estamos trabajando.
Pero volvamos a lo que decíamos: el pensamiento cambia el pensamiento.
Esto se plantea como uno de los aspectos típicos de la epistemología contemporánea, puesto que todas las teorías pertenecen al nivel del pensamiento. Todas las teorías son proposiciones, y las proposiciones pueden cambiar solamente otras proposiciones; no cambian lo que es la experiencia de vida inmediata, que esas proposiciones pretenden explicar. Y también señalábamos que en la persona humana los aspectos emotivos tienen mucho más estabilidad y mucho menos flexibilidad y que sus experiencias emocionales sólo pueden ser modificadas por otras experiencias emotivas.
El punto que se plantea entonces es el siguiente: ¿Cómo es posible aplicar, en una situación terapéutica, lo que estamos diciendo acá? ¿Cómo puede el terapeuta producir, elaborar o construir una situación terapéutica en la cual puedan surgir nuevas tonalidades emotivas, que permitan al paciente cambiar o modificar la percepción emotiva de sí mismo?
Comunicación no Instructiva
Aquí tenemos que referirnos por un momento al tópico de la comunicación no instructiva, porque esto es crucial ahora. Si hubiera la posibilidad de que el terapeuta pudiera traspasar información directa desde su mente a la mente del paciente, innumerables problemas terapéuticos serian resueltos con suma facilidad. No obstante, la situación real es la siguiente: El terapeuta es A, y el paciente es B, y ellos no están en comunicación directa; es decir, el mensaje X que entrega el terapeuta, no está llegando como X al paciente. Lo que hoy se sabe es que el punto crucial es que en cualquier interacción dada el sistema siempre se conduce de acuerdo a su estructura. Por lo tanto, la explicación que es empleada ya sea por un racionalista como por un procesal sistémico, es una concepción del mundo, de la realidad, que no se reduce sólo a lo explícito, pues también hay explicaciones implícitas, que el terapeuta puede provocar con su comportamiento y su actitud. El punto importante entonces, en nuestra óptica, y que hace la diferencia fundamental con las terapias racionalistas, es que toda explicación del terapeuta es funcional a la producción de un cambio desde el punto de vista del paciente. Este cambio no se logra tanto por el contenido, sino que funciona por el grado de discrepancia respecto a las explicaciones que el paciente tenía por sí mismo. Así, pues, la diferencia más importante está dada por el grado de discrepancia que produce el cambio en el punto de vista del paciente, y no por el nivel de contenido.
Discrepancia
La discrepancia percibida por el sistema paciente lo perturba en su estructura; y el sistema-paciente, para reorganizar o elaborar esta perturbación percibida, tiene que reorganizar su punto de vista en ese momento. Pero esto es lo decisivo: la discrepancia percibida por el paciente, puede “gatillar” una reorganización de sí mismo solamente si el paciente se encuentra en una situación emotiva de no poder evitar la confrontación con el terapeuta. Lo que hoy se ve es que, para producir un cambio desde el punto de vista del sí mismo del paciente, dos son las condiciones esenciales: la primera es la discrepancia percibida por el paciente respecto a las explicaciones del terapeuta. Y el segundo elemento importante es la cualidad, el nivel de involucramiento emocional de la relación terapéutica. Nuevamente, el involucramiento emotivo hace así que uno no pueda evitar de referir a sí mismo la discrepancia que ha percibido, porque la relación emotiva es importante.
El principio es muy simple: equivale a decir que una crítica que nosotros recibimos de una persona que para nosotros es importante, y con la cual nos sentimos muy involucrados, es una crítica que no podemos evitar o ignorar. En el mismo momento que la percibimos nos cambia completamente la percepción de uno mismo. En cambio, si la misma crítica viene de una persona que nosotros no consideramos importante, en tal caso podemos tranquilamente evitar de considerarla seriamente.
En otras palabras: el nivel de involucramiento emotivo es lo que pone al paciente en una condición inevitable de autorreferencialidad; es lo que pone al paciente en la condición de autorreferirse la discrepancia que ha percibido. En consecuencia, aquí tenemos que ver dos cosas: de dónde vienen las discrepancias en una situación de este tipo; y en qué consiste el involucramiento emotivo en la relación terapeuta-paciente.
Las discrepancias podemos esquematizarlas de este modo: las discrepancias principales, por parte del paciente, vienen de dos fuentes. La primera es (por lo menos en la parte inicial de la terapia) la discrepancia que el paciente percibe de las explicaciones, de la actitud que el terapeuta le pone enfrente, o la modalidad con la cual el terapeuta le reformula sus problemas. Podemos decir por lo tanto: discrepancias más directamente relativas a la actitud del terapeuta.
El segundo tipo de discrepancias, son las que el paciente percibe cada vez que descubre aspectos antes ignorados de su funcionamiento. Para Guidano, esta segunda clase de discrepancias son de un nivel más intenso, o sea se perciben con más intensos efectos emotivos. Y en la medida que en la terapia el trabajo se va haciendo cada vez más profundo y más completo, es muy frecuente ver pacientes que repentinamente se dan cuenta de algo que nunca habían considerado antes, un recuerdo muy intenso por ejemplo, y manifiestan algunas reacciones emotivas de una intensidad que habría sido muy difícil ver en otras circunstancias. Seguramente estos son los aspectos más activantes. Para Guidano, lo asombroso de esto es que la persona logra un darse cuenta de su manera de funcionar, que era completamente diferente a como siempre ella había creído. Y ésta sería, por ende, una de las fuentes de discrepancias más importantes.
El involucramiento emocional significa, más bien, que el terapeuta tiene que dar constantemente la impresión al paciente de que él está dispuesto a asumir todas las consecuencias, en todos los sentidos, de lo que él está diciendo o de lo que él está ofreciendo. Es como si fuera, metafóricamente, un juego de cartas. De este modo el terapeuta juega verdaderamente, participa en el juego poniendo la apuesta, corriendo el riesgo inherente a todo juego. En este sentido hablamos de involucramiento del terapeuta.
Si el terapeuta no está así involucrado, es muy difícil que pueda producir la calidad de autorreferencialidad, con la cual el paciente se ve obligado a referir a sí mismo la discrepancia que ha percibido.
Rol de Perturbador
En este sentido, el rol del terapeuta es un rol que podría definirse como el de un perturbador emocional estratégicamente orientado. No un perturbador que perturba simplemente porque es importante perturbar, o porque es importante producir discrepancias, sino un perturbador que se esfuerza en controlar la situación emocional, y de graduar con la explicación que está ofreciendo para producir cambios paulatinos del punto de vista de si mismo en el paciente. Y cambios en forma gradual significa, en este sentido, estratégicamente orientados, para conseguir aumentar el conocimiento de sí mismo.