LOS EFECTOS PSICOLOGICOS DEL TERREMOTO. EL STRESS POST-TRAUMATICO
Existen muchos desastres que producen el efecto denominado stress post-traumático. Terremotos, inundaciones, accidentes y otros hechos sorpresivos y violentos suelen dejar serias secuelas en las personas.
Indudablemente, frente a circunstancias extraordinarias como éstas, hay una reacción normal: el traumatismo adaptativo, que genera sensación de miedo, huida y a veces llanto o deseos de gritar. Pero esa reacción dura un tiempo determinado, y se va aminorando paulatinamente, si la causa desaparece.
Sin embargo, cuando el temor y el estado permanente de alerta continúan, se habla de stress post-traumático. La característica principal de este efecto es la reexperimentación del traumatismo: aunque la persona no se lo proponga, revive constantemente en su imaginación el momento aquel en que se produjo la tragedia. Sueña con eso, tiene pesadillas, y en cualquier momento aparecen pensamientos intrusos sobre lo ocurrido.
Por esta razón, a menudo, evitan actividades o situaciones que pueden provocar recuerdos del acontecimiento. Por ejemplo, si alguien vivió el reciente terremoto en un edificio de altura, es probable que no quiera regresar al lugar, aunque no esté dañado. Y contemporáneamente, tratará de no ir a edificios altos, aun cuando deba realizar su trabajo en uno de ellos. Esto suele ocasionar graves problemas laborales.
Me siento distinto
Poco después del acontecimiento traumático aparece una sensibilidad disminuida para responder ante el mundo exterior. Se habla de anestesia síquica, o anestesia emocional. El individuo se siente extraño, separado de los demás, e incluso a veces pierde interés por la intimidad, la ternura y la sexualidad. Hay desánimo.
También se revive orgánicamente el problema, presentando síntomas como taquicardia, respiración rápida y corta, sudoración, vértigos, opresión en el pecho, sensación de piernas de lana.
Muchas personas desarrollan un estado de hiperalerta. En constante tensión, están listas para escapar en cualquier momento. Simultáneamente, muestran alteraciones del sueño, despiertan en la noche y les cuesta mucho volver a conciliar el sueño, si es que lo consiguen.
Algunos se quejan de que les falla la memoria y que tienen dificultades para concentrarse o completar las tareas.
Se asocian a este stress post-traumático otros síntomas de depresión o de ansiedad, que en ocasiones pueden aparecer como verdaderos ataques de pánico, desencadenados ante cualquier estímulo.
Como está muy activado el sistema autonómico, y la persona tiene poco control sobre sus emociones, existe una irritabilidad aumentada que puede determinan explosiones de agresividad; ante la más mínima provocación, o incluso sin ella.
Problemas ocultos
Al mismo tiempo, la persona evita los contactos personales, porque teme ser criticada o culpada por la reacción que tuvo cuando se produjo el hecho. Y también por la anestesia síquica que se supone puede ser un recurso extremo de adaptación al suceso.
No es raro que los síntomas aparezcan inmediatamente después del traumatismo. Pero en ocasiones, surgen después de un periodo de latencia de varios meses.
Cuando aparecen dentro de los primeros seis meses, hay un mejor pronóstico, mayores probabilidades de recuperación. Pero cuando aparecen un año después, el problema es realmente grave, aunque no insoluble.
En ciertos casos, pueden existir causas previas que determinen esta reacción tan fuerte después de un desastre, ya que hay ansiedad y depresión manifiestas.
Aunque la terapia sicológica es tan necesaria como la recuperación material de lo perdido, la persona afectada puede comenzar por sí misma a resolver su problema.
Artículo aparecido en el libro “Tus problemas el psicólogo responde” de Alfredo Ruiz